Nos las prometíamos felices, pero la chispa de alegría de ver que no ganaban los de siempre se ha convertido en asistir impotentes a la tiranía más atroz que se recuerda en toda la historia de la Formula 1.Es insultante ver cómo ese maldito vehículo sin pegatinas toma las curvas. Parece un tren eléctrico de juguete que anda por las vías sin el más mínimo movimiento.
Y los demás intentan copiar sus ideas a remolque. Ahora pongo el kers, ahora lo quito, le meto el difusor, se lo saco… pero nada.
Si es que está uno deseando que vuelva a ganar Ferrari, ya que el Renault no parece que vaya a pasar de ser el mejor de los mediocres.
Alonso sonríe. Menos mal que se lo toma bien.
Seguiremos esperando.
Y asistiendo como siempre desde hace ya muchos años puntuales a la cita cada dos semana delante de la tele.
El consuelo (o consuelillo) es que por estas tierras ya se ve la Sexta. Ver una carrera retransmitida por TV3 es una de las peores experiencias televisivas que pueda tener un ser humano de este planeta.
