Esta novela, como “Viento del este, viento del oeste”, está ambientada en la China de principios del siglo XX, es decir, en plena revolución, en plena transición de la China imperialista de la dinastía Ch’ing a la de Mao Tse Tung.
Es una fábula épica de un humilde labrador cuyo amor por la tierra sobrepasa cualquier otro sentimiento. La novela narra la historia de este labrador, Wang Lung, desde su juventud hasta su vejez, y describe con mucha intensidad la enorme miseria que provocaron las hambrunas de aquella época, siempre contrastada con las grandes diferencias entre clases sociales.
Wang Lung es prácticamente el único que tiene un nombre real, a los demás miembros de la familia los refiere como “hijo primero”, “hijo segundo”, “la pequeña tonta”, “el tío”, “el sobrino”, “el guardián”, “el anciano señor”..., lo que se agradece bastante, porque a nosotros los occidentales nos cuesta mucho diferenciar los nombres chinos, y una novela con muchos personajes puede ser un lío tremendo.
Es una historia amable, con momentos muy tristes y dramáticos pero intercalados con hechos felices y agradables, que hacen que su lectura no resulte un sufrimiento continuo.
Está muy bien, me ha gustado mucho, tanto como “Viento del este, viento del oeste”, la recomiendo a todo el mundo.