27 oct 2010

Historias de la moto


Los hechos que se relatan a continuación están basados en una historia real (¿o es al revés?).

-Bueno, a partir de ahora mediremos el tiempo –dijo el entrenador.

Me concentré a fondo, tensé todos mis músculos, y di la vuelta de mi vida, insuperable, pensé.

-32 segundos.
-No está mal –dije yo.
-Tienes que hacerla en 25, bueno, en menos de 25.
-¿En menos de 25? ¿Tú estás loco o qué?

Silencio.

-¿Es que quieres que me mate?

El entrenador se encogió de hombros y su expresión indicaba que ni se hacía, ni se quería hacer responsable. Le miré con cara de pocos amigos, entonces me fijé en su vestimenta. Llevaba puesto un traje de luces. No es que fuese torero, es que llevaba unos hermosísimos lamparones como platos de café en un canguro raído e incoloro que lucía sin rubor alguno, más bien al contrario, con orgullo pleno.
Di otra vuelta.

-30.
-¡Buf! ¿En qué fallo? ¿Dónde puedo mejorar?
-Cuando sales tienes que acelerar a saco y después frenar a lo bestia. Además, en la curva del final tienes que abrirte y plegarte más.

29, 28, poco a poco iba rebajando el tiempo.

-Cuando sales de la curva del final tienes que volver a acelerar a saco.
-¡Es que me voy contra el césped, como me salga me voy a meter una faba del quince!
-Pues vigila, no te hagas daño –dijo, volviendo a encogerse de hombros y poniendo la misma cara de antes.

Apurando los límites del terreno, abriendo gas mucho antes, frenando más fuerte y más tarde, conseguí bajar de 25 segundos unas cuantas veces.



No es una partida de la Play, ni un entrenamiento para una carrera. Aunque parezca increíble, es una práctica del carnet de moto. El día del examen de pista intenté ir tan rápido que casi me caigo. Suspendí. Es curioso, llevo 10.000 kilómetros encima de una moto, y el día que estoy más cerca de caerme es en el mismísimo examen de conducir. Curioso no, es incomprensible, por no decir absurdo, por no decir de juzgado de guardia.

Después de aprobar la prueba de pista pasé a la de circulación. Para superarla te insisten sobretodo en que vayas siempre a la velocidad máxima, que si la superas en cinco o más kilómetros por hora no pasa nada. Cuando sales desde un carril de aceleración tienes que dar gas a fondo, se supone que sin levantar la rueda. El día del examen hacía un viento terrible, a ráfagas y en todas direcciones. Yo tenía el dilema que si corría demasiado, es decir, 90 km/h, que con esas circunstancias era demasiado, me podrían suspender por ir rápido; pero si corría poco me podrían suspender por no demostrar soltura. Así que cada golpe de viento aflojaba un poco y después volvía a acelerar.
Aprobé, pero el profesor, que no era el torero, me dijo:

-¡Uan Cal.lo -es mi nombre-, a 90, tenías que ir todo el rato a la máxima!
-¡¿Pero tú sabes el viento que hacía?!
-¡Da igual, tú tienes que ir a la máxima!
-Estáis todos locos, !menos mal que ya he terminado con esta pesadilla!

El profesor se fue presuroso a examinar a otros alumnos, pero antes me dio tiempo a recordarle que el espejo de la moto estaba flojo, y que tuve que buscarme la vida pidiendo una llave en un taller para apretarlo.

Primero te enseñan, bueno, te obligan a correr, cuando se supone que no tienes ni idea de llevar una moto, y después no paran de bombardearte cada día con consejos de seguridad. Hubiese estado bien que me hubiesen multado por rebasar la velocidad máxima durante el examen.Vivir para ver.

Ya me he sacado el puto carnet de moto. Qué descanso.

2 comentarios:

  1. Joer neng, chapó por la publicación y cuanta razón tienes, al final viendo lo contradictorio que es todo ésto se ve claramente que es un sacadinero.
    Enhorabuena!!!!

    ResponderEliminar
  2. Gracias neng.
    Me ha salido más barato de lo que esperaba pero aún así es un pastón, con eso me compro yo una moto.

    ResponderEliminar