Con este librito he aprendido mucho sobre psicología y sobre otras cosas, como sobre la ideología de Freud, del que no sabía nada, ni siquiera de su misoginia.
Pero la verdad es que es un compendio protohippy de ideas utópicas para cambiar el mundo desde comportamientos que deberían seguir todos los habitantes de este planeta, tales como disciplina, concentración, respeto... sí hijo sí.
Define el amor no como un sentimiento, algo que le pasa a uno sin poder evitarlo, si no como una acción, algo que se realiza con plena consciencia.
También dice que debemos seguir el ejemplo de las tradiciones orientales, como la china y la india, en el que el culto al amor y al respeto a través de la meditación les lleva a vivir la vida de una forma más satisfactoria y plena.
Sí, sí. Me hacen mucha gracia todos estos que se fijan en estas tradiciones como el ejemplo a seguir. ¿A qué les ha llevado tanta buena onda y buen rollete? A un país con ansias imperialistas como China, que te fusilan sólo por decir “u” cuando toca decir “a”, donde la gente vive sin derechos ni respeto de ninguna clase, rodeados de miseria y mentira. O como India, donde los componentes de las clases más bajas de una sociedad brutalmente jerarquizada tienen menos derechos que una vaca, con miseria, enfermedad, falta de higiene y muerte por doquier, con el dedo permanentemente a punto de apretar el botón de la bomba atómica sobre su propio vecino. Todo un ejemplo a seguir, sí señor.
Prefiero lo que tengo aquí, que con todas sus injusticias, contradicciones, hipocresía y demás exquisiteces al menos se puede vivir tranquilo y se puede decir lo que se piensa sin que te peguen un tiro.
Siempre pensaré que el ejemplo a seguir actualmente de civilizaciones de éxito social, político y económico son los países nórdicos, Suecia y Noruega, son la guía que los países de este mundo deberían imitar.
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