Al día siguiente Japidéi Rumi se fue a tomar algo a un restaurante de la N-340, a la altura de Santa Margarida i els Monjos.
¿Que por qué fue allí?
Pues no sé, pregúntenle a Bupi, él lo debe saber.
El caso es que, cómo no, fue a investigar las puertas de los lavabos.
No había gran cosa. Las tres puertas parecían muy llenas porque un insistente LATINO DE 23 AÑOS había expresado su fálico deseo sexual con aburrido desespero.
Aparte de este salido, uno de tantos, se podía leer en el soporte del papel higiénico lo siguiente:
RECOJA AQUÍ SU PAPEL PARA LA INMIGRACIÓN.
Y alguien con ideas políticas muy concretas había puesto esto:
GORA ETA
ASKATASUNA
EUSKALERÀ
Y otro alguien había respondido intercalando letras, con este resultado:
GORA PESETA
ASKATASUNA
EUSKALERÀ
TU PUTA MADRE
También había, menos mal, una referencia a un estilo musical:
SPEEDCORE
Pero lo que más le llamó la atención fue un escrito que decía lo siguiente:
ZP Y REPSOL = LADRONES
¿Les suena?
Sí, sí, exactamente lo mismo que en la puerta del restaurante de Cervera. Y con el mismo tipo de letra, el mismo tamaño, la misma separación entre palabras, el mismo uso de las mayúsculas... vamos, el mismo autor.
Curioso, muy curioso. Entre Santa Margarida y Cervera hay un buen puñado de kilómetros.
Éste es un blog personal, no esperes gran cosa, aquí sólo aparecen algunas de las cosas que me importan o me divierten, libros, pelis, Formula 1... y otras bobadas que se me ocurren.
30 mar 2009
22 mar 2009
El Poeta del Tigre (3ª parte)
La señora Rumi fue a abrir la puerta de su casa. Alguien llamaba. Tras el umbral había una guapa muchacha con una larga y lisa melena rubia. Rubísima. Llevaba puestas unas gafas blancas enormes, sin cristales, y en sus brazos sostenía un asustado chihuahua.
-¿Mamá?
La señora Rumi, Mª Pilar Rumi, se quedó estupefacta.
-Tatiana, ¿eres tú?
-Sí mami.
(¿Mami?).
-Pero ¿qué te has hecho en el pelo, angel de Dios?
-Mamá, no te lo vas a creer.
La señora Rumi se iba preparando para lo peor.
-¡Sea lo que sea por Dios dilo ya! ¡Me estás poniendo de los nervios!
-Mamá... ¡Me he reencarnado en pija!!!!
La señora Rumi, igual que los bancos, no daba crédito.
-Síííí. Ha sido así como... o sea de repente. Yo antes era normal –Mª Pilar se empezó a marear-, como tú, ¡y mira!!! ¡Ja ja!!!
-Pero hija mía...
-Y además mamá...
-No sigas, por favor.
-¡Me he comprado un chihuahua!!!
La señora Rumi se tambaleó de lado a lado. Creía desfallecer, cuando de pronto... sonó el timbre de nuevo.
Mª Pilar Rumi abrió la puerta como pudo y tras ella apareció Japidéi Rumi, su hijo menor, acompañado de su inseparable y fiel amigo Bupi.
-¡Mamá!
-Hola hijo.
-Hola mocoso.
-¡Mamá! ¡Ya sé lo que quiero ser de mayor!
La señora Rumi volvió a prepararse para lo peor.
-¡Quiero ser un pájaro! ¡Quiero volar!
Mientras Tatiana lo miraba con desprecio Mª Pilar Rumi rogaba a Dios que se le tragase la tierra.
-¡Quiero migrar a la Estepa Africana! ¡Y a Escandinavia! ¡Quiero ser libre!!!
-Pero hijo mío, ¿tú no querías ser escritor? –sollozó la madre-.
-¿Y qué harás con Bupi? Él no puede volar –objetó muy acertadamente Tatiana-.
En ese momento un extraño tactaqueo sonó tras la puerta. Todos callaron. Parecía como si un perrito torpe intentase abrir desde fuera golpeando la cerradura muy rápidamente con patitas de metal.
La señora Rumi volvió a abrir la puerta y...
-¿Papá? –dijo Japidéi-.
-¿Eres tú, Gerardo? –apeló la señora Rumi-.
-Oish papa, o sea qué bajo has caído –ni que decir tiene quién dijo esto-.
El señor Rumi, Gerardo Rumi, se había convertido en un monstruoso insecto.
El extraño ser entró en casa y cerró la puerta. Se izó sobre cuatro de sus patas y con las otras cuatro se quitó con tran dificultad la chaqueta y el sombrero y los colgó del perchero, mientras los demás miembros de la familia observaban impertérritos, al menos Mª Pilar y Japidéi. Tanto se irguió que no supo controlar su nuevo centro de gravedad y se cayó hacia atrás. Se quedó tumbado boca arriba moviendo su cortas patitas que se agitaban independientemente, parecían tener vida propia. Tan cortas eran que no llegaba a tocar el suelo y no podía darle la vuelta a su pesado cuerpo. A su vez emitía un desagradable quejido semejante al roce de dos metales oxidados.
Bupi, que era conocido en el barrio por ser el único habitante de esa casa con un poco de sentido común, empujó con su hocico el enorme y negro caparazón hasta que consiguió dar la vuelta a Gerardo Rumi. Éste, sin pensarlo dos veces, se dirigió hacia el sofá, asió con tres patas el mando de la tele y se puso a ver el Pasapalabra, su programa favorito.
-Esta familia mía me está volviendo loca –dijo Mª Pilar con desazón-.
La normalidad volvía poco a poco al ambiente hogareño. Tatiana se miraba al espejo de la cómoda que había en el comedor mientras peinaba el casi inexistente pelo de su chihuahua. El chihuahua se intentaba escabullir escondiéndose bajo su axila, pero de allí emanaban intensos efluvios rexoniles que le asfixiaban, pero no le quedaban más alternativas. Con triste resignación miraba a Japidéi en busca de auxilio. Pero Japidéi miraba al techo a la espera de ver pasar una bandada de cigüeñas para unirse a ellas en su camino a la tierra prometida. Mª Pilar trasteaba en la cocina sin tener muy claro qué hacía allí. Gerardo Rumi atendía con gran dedicación al televisor y Bupi le observaba con curiosidad. Todo normal.
Cuando terminó el rosco del Pasapalabra Gerardo Rumi emitió un sordo quejido metálico. Las orejas de Bupi se erizaron automáticamente. Como nadie le hacía caso, el señor Rumi repitió el tiriciento sonido, ésta vez más fuerte.
Bupi le dijo a Japidéi:
-Bup, Bup-.
En la casa se solía hablar castellano, pero Japidéi y Bupi casi siempre hablaban en catalán.
-Bup, bup, -repitió Bupi-.
Japidéi estaba ensimismado, tenía el presentimiento de que en cualquier momento aparecería por allí su esperada bandada de cigüeñas. O de patos.
Gerardo insistió con su molesto ruido.
-Guau, guau.
Esta vez Bupi ladró a Japidéi en castellano, a ver si así le hacía caso.
-¿Es que no te enteras de que tu perro te está hablando? O sea es que pareces tonto.
Japidéi salió de su ensueño. Fue como si hubiera estado dando un viaje por el hiperespacio y de pronto se hubiese materializado allí de la nada. Tardó unos segundos en volver a la realidad, y descubrió que sí, Bupi le estaba hablando. Japidéi era el único que le entendía con claridad.
-Guau, guau –repitió Bupi-.
-Mamá, dice Bupi que dice papá que quiere una cerveza –Bupi no sabía hablar, o ladrar, el lenguaje escarabajesco, pero lo entendía perfectamente-.
-Vaaaaale –contestó la madre cansinamente-.
-Grrchnchn trntrn –dijo Gerardo-.
-Guau, guau –sí sí, esto lo dijo Bupi-.
-Mamá, dice Bupi que dice papá que iría él mismo, pero que con esas patitas que tiene ahora lo más seguro es que liase algún estropicio en la nevera.
-Ahora vooooy.
Mª Pilar le llevó la lata de cerveza a Gerardo y éste se lo agradeció con un horrible chasquido de su boca en forma de alargada ventosa.
Gerardo Rumi cogió la lata. Pero claro, a pesar de que puso todo el cuidado posible sus puntiagudas patitas agujerearon la lata y el líquido se empezó a derramar sobre sí. Rápidamente se metió la lata en la boca para que no se perdiese ni una gota y sorbió con fuerza. A los tres segundos escupió el carcarón vacío y se recostó satisfecho contra el respaldo del sofá. Su cuerpo se convulsionó. Enfocó su cabeza hacia arriba y soltó un eructo tan poderoso que hizo que se tambaleasen los cimientos de toda la casa. Su boca en forma de ventosa vibró como si fuese un globo inflado que deja escapar todo su aire con violencia.
-Esta familia mía me está volviendo loca.
Mª Pilar Rumi se fue a la cocina y se apoyó sobre el mármol, física y mentalmente agotada.
-Necesito un respiro.
Y en ese momento recordó sus clases de relajación psicoterayurveditshu, conocida técnica mongol de meditación trascendente. Se sentó en el suelo. Cruzó sus piernas y posó sus manos encima de las rodillas haciendo una O con los dedos pulgar y corazón, y...
... empezó a levitar.
Fue ascendiendo poco a poco hasta que su cabeza chocó contra el techo. Se dirigió hacia el comedor, pero al pasar por la puerta sus rodillas chocaron contra el marco. Tenía las piernas amoratadas de tanto chocar con los marcos de las puertas.
-O sea deberías hacer un curso de atravesar paredes, mamá.
-No me distraigas, hija, que me desconcentras.
-Mamá, ten cuidado con la lámpara.
Bupi observaba la escena, preguntándose si algún día él podría aprender a levitar como Mª Pilar.
-¡La lámpara!!!!
El grito repentino de Japidéi asustó a su madre, ésta perdió de golpe la concentración y salió disparada hacia la dirección que marcaba su recuperada gravedad, con tal mala suerte que Bupi estaba justo debajo.
-¡Wowwwww! –ladró el pobre chucho, que también sabía inglés-.
-¡Te he dicho mil veces, perdona Bupi, te he dicho mil veces que no me asustes cuando levito! ¿¡Es que no entiendes que todavía voy por el segundo curso y aún no domino la técnica de la introspección total!!!???
-Lo siento mamá, pero es que la lámpara...
-¡A tomar por saco la lámpara!
-O sea pero qué burro que eres.
-Grchgrch.
-Bup, guau, wow.
-¿!Qué dice tu maldito perro!? Perdona Bupi.
-Dice que dice papá que no hagamos tanto ruido que está viendo las noticias.
-Dios mío, esta familia mía me está volviendo loca.
Mª Pilar Rumi se fue hacia la cocina murmurando incoherencias entre dientes y plantó de nuevo sus manos sobre el mármol. Tras unos segundos de respiración relajisuspédica se dispuso a hacer la cena. Entonces pensó para sí misma...
¿Y qué se le da de cenar a una cucaracha de 85 kilos?
-¿Mamá?
La señora Rumi, Mª Pilar Rumi, se quedó estupefacta.
-Tatiana, ¿eres tú?
-Sí mami.
(¿Mami?).
-Pero ¿qué te has hecho en el pelo, angel de Dios?
-Mamá, no te lo vas a creer.
La señora Rumi se iba preparando para lo peor.
-¡Sea lo que sea por Dios dilo ya! ¡Me estás poniendo de los nervios!
-Mamá... ¡Me he reencarnado en pija!!!!
La señora Rumi, igual que los bancos, no daba crédito.
-Síííí. Ha sido así como... o sea de repente. Yo antes era normal –Mª Pilar se empezó a marear-, como tú, ¡y mira!!! ¡Ja ja!!!
-Pero hija mía...
-Y además mamá...
-No sigas, por favor.
-¡Me he comprado un chihuahua!!!
La señora Rumi se tambaleó de lado a lado. Creía desfallecer, cuando de pronto... sonó el timbre de nuevo.
Mª Pilar Rumi abrió la puerta como pudo y tras ella apareció Japidéi Rumi, su hijo menor, acompañado de su inseparable y fiel amigo Bupi.
-¡Mamá!
-Hola hijo.
-Hola mocoso.
-¡Mamá! ¡Ya sé lo que quiero ser de mayor!
La señora Rumi volvió a prepararse para lo peor.
-¡Quiero ser un pájaro! ¡Quiero volar!
Mientras Tatiana lo miraba con desprecio Mª Pilar Rumi rogaba a Dios que se le tragase la tierra.
-¡Quiero migrar a la Estepa Africana! ¡Y a Escandinavia! ¡Quiero ser libre!!!
-Pero hijo mío, ¿tú no querías ser escritor? –sollozó la madre-.
-¿Y qué harás con Bupi? Él no puede volar –objetó muy acertadamente Tatiana-.
En ese momento un extraño tactaqueo sonó tras la puerta. Todos callaron. Parecía como si un perrito torpe intentase abrir desde fuera golpeando la cerradura muy rápidamente con patitas de metal.
La señora Rumi volvió a abrir la puerta y...
-¿Papá? –dijo Japidéi-.
-¿Eres tú, Gerardo? –apeló la señora Rumi-.
-Oish papa, o sea qué bajo has caído –ni que decir tiene quién dijo esto-.
El señor Rumi, Gerardo Rumi, se había convertido en un monstruoso insecto.
El extraño ser entró en casa y cerró la puerta. Se izó sobre cuatro de sus patas y con las otras cuatro se quitó con tran dificultad la chaqueta y el sombrero y los colgó del perchero, mientras los demás miembros de la familia observaban impertérritos, al menos Mª Pilar y Japidéi. Tanto se irguió que no supo controlar su nuevo centro de gravedad y se cayó hacia atrás. Se quedó tumbado boca arriba moviendo su cortas patitas que se agitaban independientemente, parecían tener vida propia. Tan cortas eran que no llegaba a tocar el suelo y no podía darle la vuelta a su pesado cuerpo. A su vez emitía un desagradable quejido semejante al roce de dos metales oxidados.
Bupi, que era conocido en el barrio por ser el único habitante de esa casa con un poco de sentido común, empujó con su hocico el enorme y negro caparazón hasta que consiguió dar la vuelta a Gerardo Rumi. Éste, sin pensarlo dos veces, se dirigió hacia el sofá, asió con tres patas el mando de la tele y se puso a ver el Pasapalabra, su programa favorito.
-Esta familia mía me está volviendo loca –dijo Mª Pilar con desazón-.
La normalidad volvía poco a poco al ambiente hogareño. Tatiana se miraba al espejo de la cómoda que había en el comedor mientras peinaba el casi inexistente pelo de su chihuahua. El chihuahua se intentaba escabullir escondiéndose bajo su axila, pero de allí emanaban intensos efluvios rexoniles que le asfixiaban, pero no le quedaban más alternativas. Con triste resignación miraba a Japidéi en busca de auxilio. Pero Japidéi miraba al techo a la espera de ver pasar una bandada de cigüeñas para unirse a ellas en su camino a la tierra prometida. Mª Pilar trasteaba en la cocina sin tener muy claro qué hacía allí. Gerardo Rumi atendía con gran dedicación al televisor y Bupi le observaba con curiosidad. Todo normal.
Cuando terminó el rosco del Pasapalabra Gerardo Rumi emitió un sordo quejido metálico. Las orejas de Bupi se erizaron automáticamente. Como nadie le hacía caso, el señor Rumi repitió el tiriciento sonido, ésta vez más fuerte.
Bupi le dijo a Japidéi:
-Bup, Bup-.
En la casa se solía hablar castellano, pero Japidéi y Bupi casi siempre hablaban en catalán.
-Bup, bup, -repitió Bupi-.
Japidéi estaba ensimismado, tenía el presentimiento de que en cualquier momento aparecería por allí su esperada bandada de cigüeñas. O de patos.
Gerardo insistió con su molesto ruido.
-Guau, guau.
Esta vez Bupi ladró a Japidéi en castellano, a ver si así le hacía caso.
-¿Es que no te enteras de que tu perro te está hablando? O sea es que pareces tonto.
Japidéi salió de su ensueño. Fue como si hubiera estado dando un viaje por el hiperespacio y de pronto se hubiese materializado allí de la nada. Tardó unos segundos en volver a la realidad, y descubrió que sí, Bupi le estaba hablando. Japidéi era el único que le entendía con claridad.
-Guau, guau –repitió Bupi-.
-Mamá, dice Bupi que dice papá que quiere una cerveza –Bupi no sabía hablar, o ladrar, el lenguaje escarabajesco, pero lo entendía perfectamente-.
-Vaaaaale –contestó la madre cansinamente-.
-Grrchnchn trntrn –dijo Gerardo-.
-Guau, guau –sí sí, esto lo dijo Bupi-.
-Mamá, dice Bupi que dice papá que iría él mismo, pero que con esas patitas que tiene ahora lo más seguro es que liase algún estropicio en la nevera.
-Ahora vooooy.
Mª Pilar le llevó la lata de cerveza a Gerardo y éste se lo agradeció con un horrible chasquido de su boca en forma de alargada ventosa.
Gerardo Rumi cogió la lata. Pero claro, a pesar de que puso todo el cuidado posible sus puntiagudas patitas agujerearon la lata y el líquido se empezó a derramar sobre sí. Rápidamente se metió la lata en la boca para que no se perdiese ni una gota y sorbió con fuerza. A los tres segundos escupió el carcarón vacío y se recostó satisfecho contra el respaldo del sofá. Su cuerpo se convulsionó. Enfocó su cabeza hacia arriba y soltó un eructo tan poderoso que hizo que se tambaleasen los cimientos de toda la casa. Su boca en forma de ventosa vibró como si fuese un globo inflado que deja escapar todo su aire con violencia.
-Esta familia mía me está volviendo loca.
Mª Pilar Rumi se fue a la cocina y se apoyó sobre el mármol, física y mentalmente agotada.
-Necesito un respiro.
Y en ese momento recordó sus clases de relajación psicoterayurveditshu, conocida técnica mongol de meditación trascendente. Se sentó en el suelo. Cruzó sus piernas y posó sus manos encima de las rodillas haciendo una O con los dedos pulgar y corazón, y...
... empezó a levitar.
Fue ascendiendo poco a poco hasta que su cabeza chocó contra el techo. Se dirigió hacia el comedor, pero al pasar por la puerta sus rodillas chocaron contra el marco. Tenía las piernas amoratadas de tanto chocar con los marcos de las puertas.
-O sea deberías hacer un curso de atravesar paredes, mamá.
-No me distraigas, hija, que me desconcentras.
-Mamá, ten cuidado con la lámpara.
Bupi observaba la escena, preguntándose si algún día él podría aprender a levitar como Mª Pilar.
-¡La lámpara!!!!
El grito repentino de Japidéi asustó a su madre, ésta perdió de golpe la concentración y salió disparada hacia la dirección que marcaba su recuperada gravedad, con tal mala suerte que Bupi estaba justo debajo.
-¡Wowwwww! –ladró el pobre chucho, que también sabía inglés-.
-¡Te he dicho mil veces, perdona Bupi, te he dicho mil veces que no me asustes cuando levito! ¿¡Es que no entiendes que todavía voy por el segundo curso y aún no domino la técnica de la introspección total!!!???
-Lo siento mamá, pero es que la lámpara...
-¡A tomar por saco la lámpara!
-O sea pero qué burro que eres.
-Grchgrch.
-Bup, guau, wow.
-¿!Qué dice tu maldito perro!? Perdona Bupi.
-Dice que dice papá que no hagamos tanto ruido que está viendo las noticias.
-Dios mío, esta familia mía me está volviendo loca.
Mª Pilar Rumi se fue hacia la cocina murmurando incoherencias entre dientes y plantó de nuevo sus manos sobre el mármol. Tras unos segundos de respiración relajisuspédica se dispuso a hacer la cena. Entonces pensó para sí misma...
¿Y qué se le da de cenar a una cucaracha de 85 kilos?
“El contador de historias” (II)
“Los senderos de la locura no siempre se distinguen de los caminos de la sabiduría.”
“Cubrí los ojos de mi hermana con la palma de mi mano. La obligué a cerrarlos con gesto amable. Lucía una mirada asesina.
-Respira –susurré-. Respira.
Apoyó los brazos en mis hombros. Mi mano permaneció sobre su cara hasta que noté que se humedecía.”
“Ah, humanos. Vuestras ideas del infierno no son más que los orines y las heces de vuestras mentes sin imaginación, muertas desde hace tiempo.”
“Cubrí los ojos de mi hermana con la palma de mi mano. La obligué a cerrarlos con gesto amable. Lucía una mirada asesina.
-Respira –susurré-. Respira.
Apoyó los brazos en mis hombros. Mi mano permaneció sobre su cara hasta que noté que se humedecía.”
“Ah, humanos. Vuestras ideas del infierno no son más que los orines y las heces de vuestras mentes sin imaginación, muertas desde hace tiempo.”
18 mar 2009
Los motores de los Formula 1 vuelven a rugir en Montmeló...
... en los penúltimos tests de entrenamientos antes de que por fin empiece el Mundial de 2009 (tengo unas ganas que me muero).
Desde la redacción principal de este blog destinamos a tres enviados especiales para cubrir el evento deportivo que cumplieron con su labor a la perfección y siguieron con gran pasión todo su desarrollo.
Dos de ellos (ellas concretamente) se mezclaron entre el público en días diferentes como si de un aficionado más se tratase para poder observar las reacciones de los asistentes desde primera línea y elaborar un reportaje fotográfico y videográfico de gran calidad, también desde primerísima fila, que llegó a las cerca de 300 fotos y un buen puñado de vídeos.
El tercer enviado especial consiguió infiltrarse en las mismísimas entrañas del box del equipo Williams, consiguiendo información privilegiada que probablemente revenderá al mejor postor. Se estima que los documentos extraídos de la investigación clandestina pueden alcanzar un valor en el mercado negro de varios millones de euros. El infiltrado permaneció allí como si tal cosa hasta que un gorila enorme le echó, no sin antes revisar su cámara fotográfica.
Además, del trabajo realizado por la enviada especial que tuvo la suerte de asistir el miércoles, día en el que Fernando Alonso dio más de 100 vueltas, se puede extraer un análisis técnico exhaustivo en el aspecto estrictamente competitivo no sólo del equipo Renault, si no de todos y cada uno de los equipos participantes en el Mundial de este año, ya que todos estaban presentes, incluido el nuevo equipo de Ross Brawn.
El equipo Ferrari, con Raikkonen, hizo una prueba de carrera completa. Entrenaron con especial decicación la inserción de las mangueras.Renault efectuó todos su reglajes dentro del box...
... siempre tapados por un biombo para evitar espías infiltrados. No me extraña.
La actividad en el box de BMW fue incesante. Se puede ver una clara muestra en esta estupenda foto.Lo mismo que en el de Toyota.El coche de Lewis Hamilton, piloto muy, pero que muy querido por la afición, se escondía debajo de este manto negro. ¿Quién coducía la grúa?Aquí aparece de nuevo Fernando Alonso saliendo a pista dispuesto a batir el récord del circuito.
Varios equipos realizaron ensayos de salidas. Entre ellos BMW y Brown, este último con sorprendente eficacia. Los pilotos se picaban para llegar el primero a final de recta, como si fuese un gran premio. Espectáculo puro.También Red Bull.Y Toyota y McLaren. Lewis Hamilton, más conocido mundialmente como "El Negrot", demoraba su salida dando acelerones a su poderoso motor con la intención de provocar los aplausos de los asistentes. !Vaya si los provocaba, pero no precisamente aplausos!Porque la afición tenía muy claro a con quién estaba.¿No es así, chavalote?
Desde la redacción principal de este blog destinamos a tres enviados especiales para cubrir el evento deportivo que cumplieron con su labor a la perfección y siguieron con gran pasión todo su desarrollo.
Dos de ellos (ellas concretamente) se mezclaron entre el público en días diferentes como si de un aficionado más se tratase para poder observar las reacciones de los asistentes desde primera línea y elaborar un reportaje fotográfico y videográfico de gran calidad, también desde primerísima fila, que llegó a las cerca de 300 fotos y un buen puñado de vídeos.
El tercer enviado especial consiguió infiltrarse en las mismísimas entrañas del box del equipo Williams, consiguiendo información privilegiada que probablemente revenderá al mejor postor. Se estima que los documentos extraídos de la investigación clandestina pueden alcanzar un valor en el mercado negro de varios millones de euros. El infiltrado permaneció allí como si tal cosa hasta que un gorila enorme le echó, no sin antes revisar su cámara fotográfica.
Además, del trabajo realizado por la enviada especial que tuvo la suerte de asistir el miércoles, día en el que Fernando Alonso dio más de 100 vueltas, se puede extraer un análisis técnico exhaustivo en el aspecto estrictamente competitivo no sólo del equipo Renault, si no de todos y cada uno de los equipos participantes en el Mundial de este año, ya que todos estaban presentes, incluido el nuevo equipo de Ross Brawn.
El equipo Ferrari, con Raikkonen, hizo una prueba de carrera completa. Entrenaron con especial decicación la inserción de las mangueras.Renault efectuó todos su reglajes dentro del box...
... siempre tapados por un biombo para evitar espías infiltrados. No me extraña.
La actividad en el box de BMW fue incesante. Se puede ver una clara muestra en esta estupenda foto.Lo mismo que en el de Toyota.El coche de Lewis Hamilton, piloto muy, pero que muy querido por la afición, se escondía debajo de este manto negro. ¿Quién coducía la grúa?Aquí aparece de nuevo Fernando Alonso saliendo a pista dispuesto a batir el récord del circuito.
Varios equipos realizaron ensayos de salidas. Entre ellos BMW y Brown, este último con sorprendente eficacia. Los pilotos se picaban para llegar el primero a final de recta, como si fuese un gran premio. Espectáculo puro.También Red Bull.Y Toyota y McLaren. Lewis Hamilton, más conocido mundialmente como "El Negrot", demoraba su salida dando acelerones a su poderoso motor con la intención de provocar los aplausos de los asistentes. !Vaya si los provocaba, pero no precisamente aplausos!Porque la afición tenía muy claro a con quién estaba.¿No es así, chavalote?
16 mar 2009
“El contador de historias” – Rabih Alameddine (2008)
He empezado un nuevo libro, un impresionante mamotreto de 660 páginas.
Nada más empezar me ha dejado prendado por lo magnético de su narración y la belleza de sus palabras.
No he podido resistir a acabar el libro para hacer la entrada, necesitaba colgar esto en el blog, si lees estas tres muestras adivinarás por qué.
“Y al-Mutanabbi luchó al lado del príncipe y lo alabó, inmortalizándole en versos tan elocuentes que se dice que las rosas se marchitaban de vergüenza al no poder competir con su belleza”.
“Y al-Mutanabbi abandonó la corte de Kafur y se burló de él, inmortalizándolo en versos tan mordaces que se dice que las serpientes se ocultaban bajo piedras ante el horror de no poder competir con su veneno”.
“No soy más que una flecha,
disparada al aire,
que desciende de nuevo,
sin dar en el blanco”.
No me digas que no es genial.
Nada más empezar me ha dejado prendado por lo magnético de su narración y la belleza de sus palabras.
No he podido resistir a acabar el libro para hacer la entrada, necesitaba colgar esto en el blog, si lees estas tres muestras adivinarás por qué.
“Y al-Mutanabbi luchó al lado del príncipe y lo alabó, inmortalizándole en versos tan elocuentes que se dice que las rosas se marchitaban de vergüenza al no poder competir con su belleza”.
“Y al-Mutanabbi abandonó la corte de Kafur y se burló de él, inmortalizándolo en versos tan mordaces que se dice que las serpientes se ocultaban bajo piedras ante el horror de no poder competir con su veneno”.
“No soy más que una flecha,
disparada al aire,
que desciende de nuevo,
sin dar en el blanco”.
No me digas que no es genial.
El Poeta del Tigre (2ª parte)
Japidéi Rumi ya había... ¿Que quién es Japidéi Rumi? Es nuestro amigo el hippy postmoderno de lustrosa cabellera y aún más lustroso perro.
Le llamaban Japidéi porque, de pequeñito, el día que vio la película de Whoopi Golberg “Sister Act”, se le quedó grabadísima una de las canciones, la que cantaba un chavalín con voz angelical: “Oh happy day, oh haappy daay”. Los dos años siguientes estuvo cantándola casi ininterrumpidamente, lo cual le hizo ganarse innumerables collejas, broncas, coscorrones y demás gestos familiares. Aún hoy en día la canturreaba de vez en cuando, sólo con la intención de molestar.
Japidéi siempre iba acompañado de su fiel amigo Bupi, el perro. Le puso ese nombre tan cursi en honor a la protagonista de su película favorita.
Pues eso, vuelvo a empezar.
Japidéi Rumi ya había elaborado, retocado, acabado y entregado su tesis doctoral sobre los escritos de los lavabos de los bares. Orgulloso y emocionado esperaba la nota. La angustiosa espera no se demoró mucho. El trabajo había llamado la atención del profesor examinador nada más verlo, y fue el primero en evaluar.
Le endosó un categórico suspenso.
Le dijo que cómo se le ocurría hacer una payasada así, que los estudios que cursaba eran muy serios, que más le valdría aprender a manejar un pico y una pala, de esos que no llevan botón, o como mínimo se bajase de las nubes y pusiese los pies en el suelo, que es donde los debe tener un chico de su edad.
Japidéi Rumi reflexionó sobre lo acontecido y llegó a una clara conclusión: -El profe me tiene manía.
Se tomó la cuestión con una indeferencia absoluta, actitud muy acorde con su carácter, y decidió, sólo por puro placer, seguir con su trabajo.
Un día, en el hospital de Bellvitge, lugar en el que se encontraba por razones que no vienen al caso explicar aquí, no se pudo resistir a chafardear en el lavabo del vestíbulo, y encontró esto:
¿TE GUSTARÍA QUE ME FOLLASE A TU NOVIA O MUJER?
¿O QUE HICIÉSEMOS UN TRÍO?
Justo debajo había una respuesta muy clara:
¿Y SI TE METEN UN BUEN CIPOTE POR EL CULO? GILIPOLLAS
Muy adecuado para el lugar, sí señor.
Al día siguiente decidió volver a pasar por la gasolinera de Cervera, ya que las puertas de sus lavabos eran una auténtica mina.
Con gran regocijo descubrió que en el marco de la puerta de la izquierda había una nueva nota. Era un tópico muy utilizado en este ambiente literario pero no por ello falto de gracia y salero:
EN ESTE LUGAR ESCONDIDO
POR DONDE PASA TANTA GENTE
HACE FUERZA EL MÁS COBARDE
Y SE CAGA EL MÁS VALIENTE
Genial.
Tan contento se puso que decidió entrar en el lavabo de la derecha. La vez anterior se quedó un poco desilusionado porque lo que más resaltaba de ella eran los dibujos de dos descomunales cipotes, lo que hizo que se le quitasen las ganas de tomar notas, pero esta vez decidió que valía la pena perder un poco de tiempo para ver si sacaba algo en claro.
¡Vaya que si valía la pena! Escudriñó la puerta hasta el mínimo detalle, descubriendo que debajo de los escritos más prominentes había más, casi borrados o tachados, y no dudó en sacar libreta y lápiz y empezar a transcribir todo lo que ponía allí.
Encabezaba la puerta una nota de alguien que no dudó en utilizar el soporte como herramienta publicitaria y adjuntando un teléfono:
ALQUILER EQUIPO DE SONIDO + DJ.
Muy útil, sí señor.
A continuación aparecía este sinsentido:
MUERE TODOS
Y un poco más abajo esto:
(SKINS CERVERA CHUNGOS)
Y abajo del todo esto otro:
CERVERA = MUERTE
Notas que destilaban violencia absurda y gratuita, pero por suerte no todo era de ese estilo. En letras grandes y escritas con desgana alguien había escrito esta bella cita:
MÁS VALE UNA SONRISA TRISTE QUE LA TRISTESA DE NO PODER SONREIR
Sesibilidad que el mismo autor echó por tierra sorprendentemente con este otro escrito:
HASEMOS TRÍOS A DOMISILIOS, LLÁMANOS, BUENA POLLA (TF.)
Realmente inaudito.
Más o menos a la misma altura se entremezclaban una senyera, un esbástica y unos ininteligibles caracteres árabes, aparte de un rótulo que decía esto:
THE OREM
Y otro que decía:
MOROS = PIOJOS SOCIEDAD
Un viejo conocido nos recordaba su nombre:
CARLITOS
Repartidas por toda la puerta se encontraban tres invitaciones de las típicas, con teléfono adjunto:
PUTA DE REMATE
GEMMA: RUBIA Y CACHONDA, SI QUIERES SAVER + DE MI TE ESPERO
CASADA 30 AÑOS
Y un delicado diálogo de desastrosa sintaxis:
¿QUIERES FOLLARME EL CULO?
MI POLLA (este bello y escueto verso estaba acompañado del dibujo de un segmento torpemente trazado de una centimetrada considerable)
SI ME PONES CITA TE LA CHUPO
ME GUSTA ESTA MIDA
DISFRUTAR CON MI BOCA
PON MÓVIL
Es de imaginar que tanta alusión sexual del mismo color cansa. He aquí una clara muestra:
LOS QUE PIENSAN EN POLLAS SON MARICONES
Y otra:
MAMONES Y CHUPAPOLLAS
Japidéi se dio cuenta de que los inmensos cipotones también llevaban mensaje inscrito. En uno de ellos se podía leer simplemente esto:
PULPO GALLEGO
Y en el otro lo siguiente:
SOY ESPAÑA, CÓMEME
Este último, además, estaba adornado por uno de sus lados con estos versos de clara inclinación política:
SOY DE VALLADOLID EN ESPAÑA
LO DE CATALUÑA NO ES ESPAÑA
POR QUE LO DIGO YO, Y PUNTO
Y si de claridad estamos hablando he aquí el pie de puerta:
ZP Y REPSOL = LADRONES
ETA + ZP = 11M.
Japidéi Rumi rebosaba felicidad. Con mucho cuidado se guardó la libreta en el bolsillo como si fuese un preciado tesoro y salió a la calle donde le esperaba intranquilo Bupi, su precioso Setter Irlandés, el cual se había entretenido comiéndose las caquitas de gato que encontró medio enterradas justo al lado del bonito arbolito que Japidéi había escogido para amarrarlo.
De vuelta a casa, disfrutando el momento con sosegado caminar, no pudo evitar quedarse prendado de una bella imagen. En la rama de un árbol de la calle jugeteaban unos lindos pajarillos... y Japidéi se quedó mirándolos, absorto.
Le llamaban Japidéi porque, de pequeñito, el día que vio la película de Whoopi Golberg “Sister Act”, se le quedó grabadísima una de las canciones, la que cantaba un chavalín con voz angelical: “Oh happy day, oh haappy daay”. Los dos años siguientes estuvo cantándola casi ininterrumpidamente, lo cual le hizo ganarse innumerables collejas, broncas, coscorrones y demás gestos familiares. Aún hoy en día la canturreaba de vez en cuando, sólo con la intención de molestar.
Japidéi siempre iba acompañado de su fiel amigo Bupi, el perro. Le puso ese nombre tan cursi en honor a la protagonista de su película favorita.
Pues eso, vuelvo a empezar.
Japidéi Rumi ya había elaborado, retocado, acabado y entregado su tesis doctoral sobre los escritos de los lavabos de los bares. Orgulloso y emocionado esperaba la nota. La angustiosa espera no se demoró mucho. El trabajo había llamado la atención del profesor examinador nada más verlo, y fue el primero en evaluar.
Le endosó un categórico suspenso.
Le dijo que cómo se le ocurría hacer una payasada así, que los estudios que cursaba eran muy serios, que más le valdría aprender a manejar un pico y una pala, de esos que no llevan botón, o como mínimo se bajase de las nubes y pusiese los pies en el suelo, que es donde los debe tener un chico de su edad.
Japidéi Rumi reflexionó sobre lo acontecido y llegó a una clara conclusión: -El profe me tiene manía.
Se tomó la cuestión con una indeferencia absoluta, actitud muy acorde con su carácter, y decidió, sólo por puro placer, seguir con su trabajo.
Un día, en el hospital de Bellvitge, lugar en el que se encontraba por razones que no vienen al caso explicar aquí, no se pudo resistir a chafardear en el lavabo del vestíbulo, y encontró esto:
¿TE GUSTARÍA QUE ME FOLLASE A TU NOVIA O MUJER?
¿O QUE HICIÉSEMOS UN TRÍO?
Justo debajo había una respuesta muy clara:
¿Y SI TE METEN UN BUEN CIPOTE POR EL CULO? GILIPOLLAS
Muy adecuado para el lugar, sí señor.
Al día siguiente decidió volver a pasar por la gasolinera de Cervera, ya que las puertas de sus lavabos eran una auténtica mina.
Con gran regocijo descubrió que en el marco de la puerta de la izquierda había una nueva nota. Era un tópico muy utilizado en este ambiente literario pero no por ello falto de gracia y salero:
EN ESTE LUGAR ESCONDIDO
POR DONDE PASA TANTA GENTE
HACE FUERZA EL MÁS COBARDE
Y SE CAGA EL MÁS VALIENTE
Genial.
Tan contento se puso que decidió entrar en el lavabo de la derecha. La vez anterior se quedó un poco desilusionado porque lo que más resaltaba de ella eran los dibujos de dos descomunales cipotes, lo que hizo que se le quitasen las ganas de tomar notas, pero esta vez decidió que valía la pena perder un poco de tiempo para ver si sacaba algo en claro.
¡Vaya que si valía la pena! Escudriñó la puerta hasta el mínimo detalle, descubriendo que debajo de los escritos más prominentes había más, casi borrados o tachados, y no dudó en sacar libreta y lápiz y empezar a transcribir todo lo que ponía allí.
Encabezaba la puerta una nota de alguien que no dudó en utilizar el soporte como herramienta publicitaria y adjuntando un teléfono:
ALQUILER EQUIPO DE SONIDO + DJ.
Muy útil, sí señor.
A continuación aparecía este sinsentido:
MUERE TODOS
Y un poco más abajo esto:
(SKINS CERVERA CHUNGOS)
Y abajo del todo esto otro:
CERVERA = MUERTE
Notas que destilaban violencia absurda y gratuita, pero por suerte no todo era de ese estilo. En letras grandes y escritas con desgana alguien había escrito esta bella cita:
MÁS VALE UNA SONRISA TRISTE QUE LA TRISTESA DE NO PODER SONREIR
Sesibilidad que el mismo autor echó por tierra sorprendentemente con este otro escrito:
HASEMOS TRÍOS A DOMISILIOS, LLÁMANOS, BUENA POLLA (TF.)
Realmente inaudito.
Más o menos a la misma altura se entremezclaban una senyera, un esbástica y unos ininteligibles caracteres árabes, aparte de un rótulo que decía esto:
THE OREM
Y otro que decía:
MOROS = PIOJOS SOCIEDAD
Un viejo conocido nos recordaba su nombre:
CARLITOS
Repartidas por toda la puerta se encontraban tres invitaciones de las típicas, con teléfono adjunto:
PUTA DE REMATE
GEMMA: RUBIA Y CACHONDA, SI QUIERES SAVER + DE MI TE ESPERO
CASADA 30 AÑOS
Y un delicado diálogo de desastrosa sintaxis:
¿QUIERES FOLLARME EL CULO?
MI POLLA (este bello y escueto verso estaba acompañado del dibujo de un segmento torpemente trazado de una centimetrada considerable)
SI ME PONES CITA TE LA CHUPO
ME GUSTA ESTA MIDA
DISFRUTAR CON MI BOCA
PON MÓVIL
Es de imaginar que tanta alusión sexual del mismo color cansa. He aquí una clara muestra:
LOS QUE PIENSAN EN POLLAS SON MARICONES
Y otra:
MAMONES Y CHUPAPOLLAS
Japidéi se dio cuenta de que los inmensos cipotones también llevaban mensaje inscrito. En uno de ellos se podía leer simplemente esto:
PULPO GALLEGO
Y en el otro lo siguiente:
SOY ESPAÑA, CÓMEME
Este último, además, estaba adornado por uno de sus lados con estos versos de clara inclinación política:
SOY DE VALLADOLID EN ESPAÑA
LO DE CATALUÑA NO ES ESPAÑA
POR QUE LO DIGO YO, Y PUNTO
Y si de claridad estamos hablando he aquí el pie de puerta:
ZP Y REPSOL = LADRONES
ETA + ZP = 11M.
Japidéi Rumi rebosaba felicidad. Con mucho cuidado se guardó la libreta en el bolsillo como si fuese un preciado tesoro y salió a la calle donde le esperaba intranquilo Bupi, su precioso Setter Irlandés, el cual se había entretenido comiéndose las caquitas de gato que encontró medio enterradas justo al lado del bonito arbolito que Japidéi había escogido para amarrarlo.
De vuelta a casa, disfrutando el momento con sosegado caminar, no pudo evitar quedarse prendado de una bella imagen. En la rama de un árbol de la calle jugeteaban unos lindos pajarillos... y Japidéi se quedó mirándolos, absorto.
“Los clanes de la Luna Alfana” – Philip K. Dick (1964)
“Loco es, estrictamente, un término legal”.
Esta frase aparece en esta novela dicha, o pensada, o lo que sea, por un hongo del cieno ganimediano con poderes telepáticos.
¿Cuál es el límite entre la locura y la cordura?
Si este límite existiese, ¿qué sería la locura?
Se podría definir como un comportamiento humano que, de alguna manera, puede ser nocivo para el que lo sufre o para los que le rodean.
Pero si esto fuese así no habría hospitales suficientes en el mundo para encerrar a tanto tarao. Existen multitud de comportamientos humanos nocivos que consideramos absolutamente normales.
Entonces, ¿a quién llamamos loco?
Pues a un enfermo mental, al que, simplemente, no se comporta de forma normal. Curiosa palabra, “normal”.
Ahora supongamos que existiese una sociedad en la que todos y cada uno de sus componentes fueran enfermos mentales.
Estar loco sería perfectamente normal. Tener un comportamiento anormal sería normal.
Lo anormal sería estar cuerdo.
¿Quién sería entonces el enfermo?
Estas y otras cuestiones se tratan, aunque de una forma poco profunda, en esta novela de ciencia-ficción de naves espaciales y seres extraños con extraños poderes.
Está bien. Me ha gustado, pero no me ha tocado la fibra en ningún momento, quizá porque esperaba más.
Para incondicionales del género.
Esta frase aparece en esta novela dicha, o pensada, o lo que sea, por un hongo del cieno ganimediano con poderes telepáticos.
¿Cuál es el límite entre la locura y la cordura?
Si este límite existiese, ¿qué sería la locura?
Se podría definir como un comportamiento humano que, de alguna manera, puede ser nocivo para el que lo sufre o para los que le rodean.
Pero si esto fuese así no habría hospitales suficientes en el mundo para encerrar a tanto tarao. Existen multitud de comportamientos humanos nocivos que consideramos absolutamente normales.
Entonces, ¿a quién llamamos loco?
Pues a un enfermo mental, al que, simplemente, no se comporta de forma normal. Curiosa palabra, “normal”.
Ahora supongamos que existiese una sociedad en la que todos y cada uno de sus componentes fueran enfermos mentales.
Estar loco sería perfectamente normal. Tener un comportamiento anormal sería normal.
Lo anormal sería estar cuerdo.
¿Quién sería entonces el enfermo?
Estas y otras cuestiones se tratan, aunque de una forma poco profunda, en esta novela de ciencia-ficción de naves espaciales y seres extraños con extraños poderes.
Está bien. Me ha gustado, pero no me ha tocado la fibra en ningún momento, quizá porque esperaba más.
Para incondicionales del género.
3 mar 2009
Pepe Rubianes
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