“Loco es, estrictamente, un término legal”.
Esta frase aparece en esta novela dicha, o pensada, o lo que sea, por un hongo del cieno ganimediano con poderes telepáticos.
¿Cuál es el límite entre la locura y la cordura?
Si este límite existiese, ¿qué sería la locura?
Se podría definir como un comportamiento humano que, de alguna manera, puede ser nocivo para el que lo sufre o para los que le rodean.
Pero si esto fuese así no habría hospitales suficientes en el mundo para encerrar a tanto tarao. Existen multitud de comportamientos humanos nocivos que consideramos absolutamente normales.
Entonces, ¿a quién llamamos loco?
Pues a un enfermo mental, al que, simplemente, no se comporta de forma normal. Curiosa palabra, “normal”.
Ahora supongamos que existiese una sociedad en la que todos y cada uno de sus componentes fueran enfermos mentales.
Estar loco sería perfectamente normal. Tener un comportamiento anormal sería normal.
Lo anormal sería estar cuerdo.
¿Quién sería entonces el enfermo?
Estas y otras cuestiones se tratan, aunque de una forma poco profunda, en esta novela de ciencia-ficción de naves espaciales y seres extraños con extraños poderes.
Está bien. Me ha gustado, pero no me ha tocado la fibra en ningún momento, quizá porque esperaba más.
Para incondicionales del género.
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