Cuando entras en una librería y buscas en la sección de ciencia-ficción con intención de llevarte algún libro no te puedes resistir a uno que en la contraportada dice cosas así:
“Un logro irrepetible de la ciencia ficción”.
“El gran clásico de las aventuras interplanetarias”.
“En los setenta se la seguía considerando la mejor novela de ciencia ficción jamás escrita. Por supuesto, sabemos que aún es cierto”.
Pelín exagerao pero irresistible. Esta sí es una novela de ciencia-ficción de naves espaciales, y mucha acción, y tecnologías avanzadísimas. Está ambientada a mediados de este milenio, cuando los humanos pueden teletransportarse a larguísimas distancias, convertirse en hombres máquinas y comunicarse por telepatía entre otras cosas.
Un hombre mediocre se encuentra a la deriva por el espacio en una nave durante muchos meses a la espera de que alguien le rescate. El día esperado llega, pero en el último momento los rescatadores deciden darse la vuelta y dejarlo tirado. A partir de ahí dedica toda su vida a la venganza. La razón de vivir le transforma en una persona diferente, capaz de cualquier cosa.
Novela muy entretenida. A veces se pierde uno un poco porque la gente no para de teletransportarse y descoloca, pero el hilo se recupera fácilmente. Como muchas las novelas de ciencia ficción tiene mucho simbolismo, no en vano está ambientada en una época en que hay una guerra en todo el Sistema Solar entre dos enormes bandos, pero desde luego que no es lo más interesante, lo importante es la acción, desenfrenada durante toda la historia. Destacaría el final, que es una ida de pelota de dimensiones astronómicas, del tipo de “Odisea en el Espacio” de Kubrick, realmente sorprendente. La recomiendo a todo aquél que le guste leer y no le moleste el ambientillo espacial, no es de esas novelas de ciencia-ficción que aparecen explicaciones técnicas difíciles de entender.
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