“Las palabras con que se envenena el corazón de un hijo, por mezquindad o por ignorancia, se quedan enquistadas en la memoria y tarde o temprano le queman el alma”.
Esto es sólo una pequeña muestra de cómo escribe Carlos Ruiz Zafón. Absolutamente delicioso. Poco imporaría si la trama de la novela no fuese interesante. El placer que da leer línea tras línea, palabra tras palabra a este autor sería suficiente. Pero el caso es que no es así. La historia es apasionante, de las que te hacen sentir y vivir todo lo que pasa. Desde el momento en que Daniel entra en “El Cementerio de los Libros Olvidados” se puede considerar uno atrapado e hipnotizado hasta el final. La trama se divide y subdivide en otras historias que empiezan y no acaban generándose un lío que fuerza a cabilar todo el rato. El autor discreta y estratégicamente se ocupa de ayudar a sintetizar lo leído para no perderse.
Carlos Ruiz Zafón es capaz de crear ambientes diferentes en cada página que te hacen vivir sensaciones de todo tipo y lleva el extremo todas las razones que existen para disfrutar de un buen libro. Es nuestro genio contemporáneo.
Ahí va otro párrafo:
“Bea dice que el arte de leer se está muriendo muy lentamente, que es un ritual íntimo. Que un libro es un espejo y que sólo podemos encontrar en él lo que ya llevamos dentro, que al leer ponemos la mente y el alma, y que esos son bienes cada día más escasos”.
Un diez para Carlos Ruiz Zafón.
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